LECCIÓN 124
Que no me olvide de que soy uno con Dios.
- Hoy volvemos a dar gracias de que nuestra Identidad se encuentre en Dios.
2Nuestro hogar está a salvo; nuestra protección garantizada
en todo lo que hacemos, y tenemos a nuestra disposición el poder y la
fuerza para llevar a cabo todo cuanto emprendamos.
3No podemos fracasar en nada.
4Todo lo que tocamos adquiere un brillante resplandor que bendice y que sana.
5En unión con Dios y con el universo seguimos adelante llenos
de regocijo, teniendo presente el pensamiento de que Dios Mismo va con
nosotros a todas partes.
- ¡Cuán santas son nuestras mentes!
2Todo cuanto vemos refleja la santidad de la mente que es
una con Dios y consigo misma.
3¡Cuán fácilmente desaparecen los errores y la muerte da paso a la vida eterna!
4Nuestras luminosas huellas señalan el camino a la verdad,
pues Dios es nuestro Compañero en nuestro breve recorrido por el mundo.
5Y aquellos que vienen para seguirnos reconocerán el camino
porque la luz que nos acompaña se rezaga; si bien, no se separa de
nosotros según seguimos adelante.
- Lo que recibimos es el eterno regalo que hemos de dar a aquellos
que han de venir después, así como a los que vinieron antes o a los que
estuvieron con nosotros por algún tiempo.
2Y Dios, que nos ama a todos con el amor equitativo con el
que fuimos creados, nos sonríe y nos ofrece la felicidad que dimos.
- Hoy no pondremos en duda Su Amor por nosotros, ni cuestionaremos
Su protección ni Su cuidado.
2Ninguna absurda ansiedad podrá venir a interponerse entre
nuestra fe y nuestra conciencia de Su Presencia.
3Hoy somos uno con Él en reconocimiento y en recuerdo.
4Lo sentimos en nuestros corazones.
5Sus Pensamientos se encuentran en nuestras mentes y
nuestros ojos ven Su hermosura en todo cuanto contemplamos.
6Hoy vemos únicamente lo amoroso y lo que es digno de amor.
- Lo vemos en lo que aparenta ser doloroso, y el dolor da paso a la paz.
2Lo vemos en los que están desesperados; en los tristes y en
los compungidos, en los que creen estar solos y amedrentados y a todos
se les devuelve la tranquilidad y la paz interior en la que fueron creados.
3Y lo vemos igualmente en los moribundos y en los muertos,
restituyéndolos así a la vida.
4Y podemos ver todo esto porque primero lo vimos en nosotros mismos.
- A aquellos que saben que son uno con Dios jamás se les puede negar ningún milagro.
2Ni uno solo de sus pensamientos carece del poder de sanar
toda forma de sufrimiento en cualquier persona, sea ésta de tiempos
pasados o aún por venir, y de hacerlo tan fácilmente como en las que
ahora caminan a su lado.
3Sus pensamientos son intemporales, y no tienen nada que
ver con el tiempo ni con la distancia.
- Nos unimos a esta conciencia al decir que somos uno con Dios.
2Pues con estas palabras afirmamos también que estamos sanos
y salvos, y que podemos salvar y sanar.
3Ahora queremos dar lo que hemos recibido.
4Pues queremos conservar los regalos que nuestro Padre nos dio.
5Hoy deseamos tener la experiencia de que somos uno con Él, de modo
que el mundo pueda compartir con nosotros nuestro reconocimiento de la realidad.
6Al nosotros tener esta experiencia el mundo se libera.
7Y al negar que estamos separados de nuestro Padre, el
mundo sana junto con nosotros.
- ¡Que la paz sea contigo hoy!
2Asegura tu paz practicando la conciencia de que eres uno
con tu Creador, tal como Él es uno contigo.
3En algún punto hoy, cuando te parezca más conveniente,
dedica media hora al pensamiento de que eres uno con Dios.
4Ésta es la primera vez que intentamos llevar a cabo una
sesión prolongada para la cual no se establecen reglas ni se sugieren
palabras especiales con las que dirigir la meditación.
5Hoy confiaremos en que la Voz de Dios nos hablará cuando
lo crea oportuno, seguros de que no habrá de fallar.
6Mora en Él durante esa media hora.
7Él se encargará del resto.
- El beneficio que ello te ha de aportar no será menor porque
creas que no está pasando nada.
2Quizá no estés listo hoy para aceptar estas ganancias.
3Pero en algún punto y en algún lugar, llegarán a tu conciencia,
y no podrás sino reconocerlas cuando afloren con certeza en tu mente.
4Esta media hora estará enmarcada en oro, y cada minuto será
como un diamante incrustado alrededor del espejo que este ejercicio te ofrece.
5Y verás en él la faz de Cristo, reflejando la tuya.
- Tal vez hoy, tal vez mañana, veas tu propia transfiguración en
el espejo que esta santa media hora te presenta para que te mires en él.
2Cuando estés listo, la encontrarás allí, en tu mente, en espera de ser hallada.
3Recordarás entonces el pensamiento al que dedicaste esta
media hora, y lleno de agradecimiento te darás cuenta de que jamás
habrías podido invertir mejor el tiempo.
- Tal vez hoy, tal vez mañana, mires en ese espejo y comprendas
que la inmaculada luz que ves emana de ti; que la hermosura que en él
contemplas es la tuya propia.
2Considera esta media hora como el regalo que le haces a Dios,
con la certeza de que lo que Él te dará a cambio será una sensación de
amor que sobrepasa tu entendimiento; una dicha tan profunda que excede tu
comprensión y una visión tan santa que los ojos del cuerpo no la pueden ver.
3Sin embargo, puedes estar seguro de que algún día, tal vez
hoy, tal vez mañana, entenderás, comprenderás y verás.
- Añade más gemas al marco dorado que rodea al espejo que hoy se
te ofrece repitiendo cada hora para tus adentros:
2Que no me olvide de que soy uno con Dios, en unión con todos mis
hermanos y con mi Ser, en eterna paz y santidad. |